miércoles, 22 de agosto de 2018
El retrato de Dorian Gray
A Dorian Gray, un joven de gran belleza, le hace un retrato un pintor amigo suyo. Por un conjuro, el paso del tiempo no se aprecia en Dorian Gray, pero sí se acusan en su retrato los efectos de la vida depravada que lleva, y a la que ha sido inducido por el cínico lord Henry (o Harry) Wotton. Después de rechazar el amor de la chica que podría salvarlo, desesperado, Dorian Gray apuñala el cuadro...
Oscar Wilde (1854-1900) había querido hacer de la belleza un refinamiento de la inteligencia; y para ello sumió a su protagonista en una atmósfera de perversión dominada por el arte y los poderes de un misterio que está más allá de la realidad. Pero el autor va más allá de la simple descripción: incrusta a su personaje en un crimen y, como Edgar Allan Poe en sus relatos, lo rodea de un misterio que la razón no puede explicar.
Dorian Gray sigue siendo, más de cien años después de la muerte de su autor, una piedra angular en los debates entre la ética y la estética, en las relaciones que mantienen el bien y el mal, el alma y el cuerpo, el arte y la vida. Presidida por la ley de la fatalidad, Dorian Gray no deja de alcanzar el objetivo que el propio Wilde quería para su libro: «Venenoso si ustedes quieren, pero no podrán negar que también es perfecto, y la perfección es la meta a la que apuntamos nosotros los artistas».
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