“Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía” dijo John F. Kennedy. Y tenía mucha razón, la lectura es una “inefable y deliciosa compañía”. Con la lectura reposada y atenta nos adentramos en lo más profundo del discurrir humano, alimentando nuestro deseo de saber, además de disfrutar de la belleza de las palabras y los sentimientos que nos sugieren.
Con la lectura podemos bucear en lo más hondo del alma humana y descubrir insondables riquezas y amplios horizontes que nos hacen más sensibles y sabios. Sólo con la condición de elegir bien las lecturas: hay tanto escrito que no podemos perder el tiempo, siempre escaso, con lecturas que no merezcan la pena. Déjate aconsejar por un lector experimentado y prudente, nunca te arrepentirás.