Cuando Rafael Sánchez Mazas(Madrid 1894-1966) lo escribió tenía cincuenta y siete años. Este dato me ha parecido muy interesante porque la historia que nos ofrece es, ni más ni menos, que el primer amor de un niño, desde los siete hasta los quince años. Su protagonista Pedrito de Andía descubre el amor gracias a su vecina y medio prima, de nombre Isabel.
¿Puede un hombre de casi sesenta años revivir sentimientos tan remotos, tan poco trascendentes, después de vivir mil vidas? La respuesta es: sí, puede. Esa confirmación me ha fascinado durante toda la lectura.
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