miércoles, 5 de octubre de 2022

El alquimista impaciente

 


Lorenzo Silva
(Madrid, 1966) ganó con esta novela1 el Premio Nadal del año 2000, un galardón al que ya se había aproximado pocos años antes con La flaqueza del bolchevique, que resultó finalista en la edición de 1997; ambas han sido llevadas al cine. Los protagonistas de El alquimista impaciente son dos guardias civiles, el sargento Rubén Bevilacqua y su ayudante, la guardia Virginia Chamorro. Son dos personajes que hicieron su aparición en El lejano país de los estanques, novela en la que se narra la investigación de un asesinato en la isla de Mallorca. En esta ocasión, los dos agentes, destinados en Madrid, en los servicios centrales de la Guardia Civil, se ocupan de identificar al responsable de la muerte de un ingeniero de una central nuclear cercana a la capital de España (el autor no da más precisiones, pero a tenor de los escenarios en que transcurre la acción, podemos aventurar que se trata de la central de Trillo, en Guadalajara).

Narración bien construida que mezcla elementos de thriller policíaco, de roman noir y de la picaresca española más clásica, con frecuentes golpes de ironía, humor y consideraciones llenas de sentido común. Los protagonistas son dos guardias civiles: el sargento Bevilacqua, ex-psicólogo en paro, más cerca de los cuarenta que de los treinta, intuitivo, enamorado secretamente de su subordinada; y la número Chamorro, que ha perdido su oportunidad de hacer carrera en el ejército, y se atiene con aplicación realista al caso concreto, manteniendo un toque de ingenuidad que no le han hecho perder los casos límite a los que se ha tenido que enfrentar en el departamento de investigación. 


En ningún momento la trama pierde el interés. Desde el punto de vista de su valoración moral, hay que tener en cuenta que la peripecia arranca de un hecho indigno, más que truculento; la narración lo presenta de modo sobrio, sin recrearse en su descripción. En algunos momentos los policías se deben mezclar en negocios sórdidos de varias ciudades: lo trata con sobriedad y una cierta elegancia.


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