En este libro Andrea Mardegan nos muestra algunos de los tesoros que se esconden en las páginas del Evangelio, unas veces más ocultos, otras más visibles. Son encuentros de Jesús con distintos personajes.
En el núcleo de la fe cristiana late la convicción de que toda persona es creada por Dios como única e irrepetible. Crece y es educada de un modo único, conducida a la plenitud del Espíritu Santo que es el artista divino. Si esto es así, ¿cómo habrá sido el trato de Cristo con cada una de las personas con las que se encontró? ¿Cómo lo habrán vivido ellos, hasta qué punto se habrán sentido comprendidos y conocidos? A lo largo de estas páginas encontramos rasgos de esa exclusividad.
“¿cómo sería el acercamiento de Cristo a cada una de las personas con que se cruzó? ¿Cuál sería la vivencia de estas y cómo se sentirían comprendidas y conocidas? Sentía el deseo de encontrar en el Evangelio, en los gestos y en las palabras de Jesús, en las reacciones de sus interlocutores, huellas de esa unicidad, de esa sensación de ser único. Tales personas son como la luna llena, que ilumina la noche y baña de plata los senderos, al tiempo que algo nos dice del sol que refleja. Buscaba la unicidad de los interlocutores, y la mirada y las palabras de Jesús que la muestran. Pensaba que, lo que encontrara, también podría ayudarnos a sentirnos igualmente buscados y mirados por él. Y luego a orientarnos para mirar a los demás del mismo modo. De modo único”.
Un libro útil para la oración que viene ilustrado con sencillos y sugerentes dibujos.